viernes, 25 de enero de 2013

Domingo de brownie, café y lágrimas ... continuación de Noche Rana


Como era de esperar, llegué a casa y me faltó tiempo para llamarlo por teléfono. Quería aclararlo todo y aunque mi reacción había sido lenta pero sobretodo torpe, recordé aquello de: “Nunca es tarde si la dicha es buena”. El proceso de reconciliación fue largo y bastante duro. Las preguntas resultaban cada vez más comprometidas.

Él:_¿ Te has acostado con él?                                
Yo: _NO!!!!
Él:_¿ Quién era el chico?                                      
Yo: _Un chico de la fiesta    
Él:_¿ Es amigo de Vero o lo has conocido en el bar donde estabais?
Yo:_ Amigo de Vero
Él:_¿ Por qué te acompañaba a casa?                
Yo:_Por que vivía cerca
Él:_¿Dónde vive?                                                    
Yo: _Por el barrio
Él:_¿Tiene tu teléfono?                                         
Yo: _No
Él:_¿Tú el suyo?                                                        
Yo: _No
Él:_ ¿Te intentó besar?                                           
Yo:_ No
Él:_( silencio)                                                             
Yo:_ Seguro que si hubiese sido chica en vez de chico esta conversación no tendría lugar.
Él:_Seguramente

Claro, que ese fue sólo el primer asalto y por teléfono. Creí estar a salvo, pero no había nada más lejos de la realidad,.. sólo que yo todavía no lo sabía. Así que crédula, ignorante y satisfecha, caí rendida.
Me desperté a eso del mediodía y tenía un mensaje suyo diciendo que no venía a comer, que se iba a dar una vuelta. Lo llamé, no cogía, le escribí  dos mensajes y tampoco respondió.
Mi estado de ansiedad se había ido multiplicando progresivamente. Estaba de los nervios, sentía que lo perdía. Desesperada, llamé a MI siempre amigo y confidente, OTRA MITAD. Digo mi otra mitad, porque reúne la mayoría de cualidades de las que yo carezco,  es hombre (sobra decir que este asunto necesitaba tratarse desde una visión masculina generalizada) y utilizo el posesivo, ya que se trata de MI HERMANO PEQUEÑO (Graduado en Diplomacia y Pragmatismo), excepto  para sus propios enredos de faldas.
Para la ocasión mi hermano y yo acordamos reunirnos en una cafetería y abordar el tema delante de un gran pedazo de brownie de chocolate. Fantástica idea!!. Bravo!! Las lágrimas con un buen pastel son mucho menos amargas.  El café, quizás no fuera la mejor de las ideas, pero  como buen coach de fútbol, me explicó la estrategia a seguir. Fue claro, clarísimo. Una relación sin confianza tiene los días contados. Entre tanto, había conseguido que mi novio me cogiera el teléfono y  aceptara que nos viéramos. 

Segundo asalto (esta vez cara a cara y con las mismas preguntas, pienso que por si me contradecía en alguna, encontrar un recoveco donde hurgar. Muy buena estrategia la suya. Funcionó):

Él:_¿ Te has acostado con él?                             
Yo: _NO!!!!!
Él:_¿ Quién era el chico?                                      
Yo: _Un  amigo de Vero
Él:_¿ Por qué te acompañaba a casa?                
Yo:_Porque estábamos hablando
Él:_¿Dónde vive?                                                     
Yo: _No lo sé
Él:_¿Tiene tu teléfono?                                           
Yo: _No
Él:_¿Tú el suyo?                                                       
Yo: _No
Él:_ ¿Te intentó besar?                                           
Yo:_ Sí, pero sólo al final, después de encontrarte…
Él:_( silencio)                                                             
Yo:_... es que…, fue el último chico con el que mantuve algo parecido a una relación antes de conocerte y teníamos temas pendientes por aclarar. Me pidió explicaciones y me pareció justo dárselas, no me arrepiento, lo volvería a hacer.
Él:_Todo eso lo puedo entender, pero NO que me dejaras tirado en la calle para seguir caminando hacia tu casa con ÉL. De haber sido yo quien estaba en tu lugar, te hubiera acompañado a coger el metro y me hubiera despedido del chico ahí, porque el que en ese momento TE NECESITABA DE VERDAD, era YO.  

Y tenía razón, pero me asusté al ver su cara entonces y salí huyendo del problema,...asumo mi culpa. Aunque, creo que la suya fue no expresar lo que querías en ese momento, porque si hubiese sabido que eso se resolvía tan fácilmente y no montando una escena en mitad de la calle, créedme que lo hubiera hecho.

Digo yo, que si todos aprendiéramos a decir lo que necesitamos en cada momento, en vez de esperar que los demás lo adivinaran, las cosas serian más sencillas, mucho más sencillas y esas lágrimas innecesarias de domingo no me hubieran amargado el brownie. Eso sí, disminuiría el paro en el sector de la clarividencia y  personajes como “Magaleche” seguramente tendrían que cambiar de nombre artístico. Por mi parte, puedo decir que fui cobarde al no afrontar el problema y que mi sentido del ridículo y del ¿¿QUÉ DIRAN?? Fue más fuerte que MI SENTIDO COMÚN. No preguntes cuál, es un modo de hablar!!. Merecido castigo entonces el de un pastel pasado por agua.


                                                                                               ananónima


                                                                                                   



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