jueves, 28 de noviembre de 2013

Sapo once. El “sapor” de la vainilla.



Durante un verano tomé la decisión de ir a la playa a trabajar. Típico estilo de vida playero hippie era el plan: playa, curro, paz y mucha energía zen. Ese verano devoré más libros que en otras épocas de mi vida porque el estilo zen incluía alejarse de la tecnología, es decir, cero teléfono, cero televisión. Así, me volví adicta a los periódicos y los suplementos semanales, como contacto con el exterior.
Uno de los reportajes que más me marcó de uno de los suplementos del periódico fue el del fetichismo. Un reportaje muy interesante que me hizo conocer que las personas que somos más “clásicas” o menos “arriesgadas” nos denominan “vainilla” en el mundo fetish. Curioso. Voy a confesar que no soy muy fanática de los helados, pero el de vainilla me parece el más soso de todos. Ese color amarillo pálido que resulta de una planta negra, no lo entiendo. Cuando volví ala ciudad me reencontré con una amiga que comenzaba un proyecto de un taller y se mueve en esferas de cooperativas, por lo que pidió, masivamente que le ayudáramos a despejar su local de entre escombros. Entre toda le gente que le echó una mano, conocí músicos, ingenieros industriales, chefs, profesoras de inglés y un periodista. Dicho periodista me pareció en realidad un sapo interesante. Tenía una conversación que enganchaba. Sabía de todo. Parecía dominar cualquier tema. Así que entre charlas y risas me invitó a cenar un día a su casa para continuar la tertulia que empezaba a tener matices de posibilidades románticas.
El día de la cena se comprobaba el acervo literario que el sapo tenía. Todo el salón era una simulación de una Biblioteca Alejandrina, maravilloso recinto en donde con buena música y una copa de vino, empezamos charlas que parecían infinitas. Se me ocurrió preguntarle sobre qué reportaje le había dejado huella, y respondió que uno que había hecho sobre fetichismo, curiosamente yo recordé aquel que había leído en verano, y se lo comenté. ¡Sorpresa! Adivinen quién era el autor de dicho reportaje. ¡Chan chán! Mi curiosidad se disparó a mil porque me preguntaba cómo habría hecho dicho reportaje. Así me contó sobre todo un mundo que para mi es totalmente desconocido, las fiestas privadas con dress code donde se da rienda suelta a los fetiches más inimaginables. Cabe mencionar que como buena princesa, soy amante de los zapatos. Me encantan. Y la conversación comenzó a dirigirse hacia los fetiches de los pies. La cena concluyó con un postre, que yo interpreté como una señal: helado de vainilla. Pasamos al salón, y mientras yo curioseaba los títulos de aquella biblioteca casera, noté que el sapo en cuestión se tornaba romántico. El romanticismo iba en común hasta que empezó a desviarse ligeramente hacia mis pies. Al principio yo creí que era parte de los preliminares de un intelectual. Pero la situación empezó a volverse “rara”  o mejor dicho, de reportaje. Me pidió que le caminara por la espalda con los zapatos puestos. A ver, no soy una ballena, pero unos tacones de metal, seguro que lo lastimarían. A mi el hecho de ver sangre me puede provocar un desmayo. El nerviosismo me empezó a invadir, mientras que él parecía estar más a punto de ebullición. Para evitar peticiones raras, me quité los zapatos. Él comenzó a concentrarse sólo en mis pies y yo a concentrarme en lo raro que me estaba pareciendo todo. De pronto me pide que le meta el pie derecho en la boca. Yo mientras pensaba esto me parece tan raro. En ese momento el sapo se levanta como un resorte y dice que tiene algo que quiere enseñarme. Sale del salón y vuelve con una máscara negra con cremalleras en la boca y en los ojos. Aquí ya dije, se acabó. Me puse de pie, me calcé y le aclaré: Mira,  detesto el helado de vainilla y lo soy. Soy vainilla totalmente, a mi estas cosas, de cremalleras, pies dildos y caminarte en tacones o tratarte como mi perro no me van.  Quién diría que una persona que sabía tanto, no tenía ni idea de cómo tratar una flor de vainilla.  Definitivamente, el “sapor” de la vainilla no era ni es para mi. 
¡Siguiente!
                                                      Merlina Brujas 

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