jueves, 21 de noviembre de 2013

Sapo diez. El maravilloso mundo de los anfibios.



Existe una teoría que dice que somos el resultado de la evolución de las especies. Bueno, que de un sapo pueda resultar un ser humano, es muy de cuento. ¿A quién se le habrá ocurrido pensar que los sapos se convierten en príncipes? Seguramente a una que le pasó lo que a mi. 

Una noche de discoteca, baile y amigas  lo vi: Guapo, alto, de ojos brillantes, con esa sonrisa que difumina lo que existía a su alrededor y al mío. Era un rey. Ni siquiera un príncipe, ni un sapo, no, no, no, automáticamente ¡un rey!
Bailando, se acercó para evitar que un borracho me estuviera incordiando. Así descubrí que era portero de un garito ( sí, sí, como el sapo uno. Será que tengo imán, Pepe Reina aquí te espero) y quedé en ir a verlo alguna noche a su trabajo. Así lo hice, me invitó unas cañas y el bar en cuestión se volvió mi punto de encuentro con todos mis amigos. Al llegar siempre lo saludaba muy efusivamente, y una amiga fue la que me hizo ver que cada que lo veía le ponía las manos encima, en el brazo, en el pecho, cada que decía una frase, lo tocaba. Y recordé aquello de la “ley de los quince toques” que leí en una revista femenina de estas que pretenden enseñarte las teorías de la vida, y que decía que si lo tocabas más de quince veces en menos quince minutos, es que estabas coladita por él.
A partir de que mi amiga me dijo que lo tocaba después de cada frase presté más atención a mi discurso, y efectivamente, no le quitaba las manos de encima.
El mundo es un confeti de una sola cara, y yo por esa época necesitaba mudarme. El piso que encontré más acorde estaba a dos calles del garito que custodiaba el anfibio cerbero nocturno. Casualidad de la vida: yo vivía en la letra “A” y adivinen quién era mi vecino del  “B”. Me quedé boquiabierta cuando coincidimos en la entrada. Esto tenía que ser una señal. Tenía que significar algo. ¡Mi reino! ¡Mi reino! ¡Mi rey!
La sorpresa fue mutua y la verdad es que cumplí la fantasía de la vecina que todo lo pide como estrategia romántica. Iba a pedirle sal, azúcar, un tomate, un limón, la batidora, unos alicates, un martillo, etc.
Después de cada préstamo siempre me invitaba un café en su casa y en una de esas tertulias cafetaleras me comentó que empezaba su trayectoria como modelo y que había unas manchas que salían en todas sus fotos y que le hacía parecer que tenía lunares que él no tenía. Yo me ofrecí como buena vecina a ayudarle a editar las fotos, porque soy fotógrafa y para agradecer todos los favores y los cafés. Quedamos un día en mi casa y mientras revisaba las fotos, intentaba averiguar de qué serían las manchas. Ciertamente había muchas y parecían lunares, así que comenté que probablemente sí tenía muchos lunares, (en el torso) y yo estaba trabajando en contra de mi ética profesional, haciendo que pareciera alguien que no era. Él me dijo riendo que no tenía ni uno sólo y podía comprobarlo, repentinamente se quitó la camiseta y casi reviento el mouse al ver aquel cuerpo de rey, musculado, con una tableta lampiña y que emanaba un olor embriagantemente sensual y varonil. Yo concentré la mirada en las fotos. Pensaba: será mi día de suerte, será que tengo un repelente de sapos, por fin se acercan sólo los reyes, ¡por fin! ¡por fin! Yo fijé la mirada en las fotos y al mismo tiempo pensaba en el invierno, en el Polo Norte, ¡en los icebergs! ¡Qué autocontrol! Empecé a trabajar mecánicamente, quitar las manchas digitalmente,  que en realidad, es muy fácil. Cuando aquel Adonis, que sentado a mi lado, ya había desplegado su brazo a mi alrededor como si estuviéramos en el cine, notó que sí estaba editando sus fotos, se quedó sorprendido y agregó: -¡Ah!, Pero sí sabes de esto.- Yo en ese momento giré lentamente y reiteré: -¡Claro! Si te he dicho que soy fotógrafa, esto lo podía resolver.- Aquí viene la frase que transformó al rey en el rey de los sapos y a mi me hundió en un océano de agua helada:- Yo creí que era un truco para traerme a tu casa-.  Respiré hondo y le miré con ojos de fuego:- ¿Perrrrrrrrdonaaaaa? ¿Yooooooo? ¿Un truco?- Lo que pude haber retrasado en editar una semana para verlo más, lo concluí en treinta minutos. Intentó besarme pero el mal ya estaba hecho: ¿que yo tengo cara de usar “trucos” para atraer sapos? Anda que, no tuvieran tanta suerte los anfibios estos. Soy una bruja, y no, no uso “trucos” .  Me hizo sentir una trolera. Terminé las fotos e inmediatamente me fui a comprar un cajón de herramientas, una batidora y la lista de la compra completa. Anda que trucos, ¡que soy bruja no maga! 
¡Siguiente!
                                                        Merlina Brujas 

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