La tecnología ha traído para nosotros
infinitas ventajas pero también infinitas desventajas. Una de esas “ventajas”
es la de “vivir” en un mundo virtual. Ser lo que siempre has querido ser,
frecuentar los sitios que te gustaría visitar y conocer el estereotipo de gente
con la que te gustaría relacionarte. Yo la verdad, no lo veía como una
“ventaja” sino un poco sórdido, que en vez de salir prefirieras sentarte frente
al ordenador y sentir “atracción punto com” por un monigote pixelado que
parecía más una caricatura, qué quieren que les diga. Yo a la vieja usanza,
prefería salir. Arriesgar, como anuncio clasificado “lo que surja”. Una de esas
noches que no coincides con ninguno de tus amigos porque todos, o trabajan o ya
tienen plan (generalmente romántico, porque si fuera de amigos, te puedes
integrar perfectamente) tienes dos opciones: o quedarte en casa y comerte la
programación nocturna de casinos engañifos o salir sola, solita, sola. Yo elegí
la segunda. Me arreglé y salí a tomar una caña. O dos. O tres. Bueno, lo que
surgiera. Una de las desventajas de ir sola a un sitio es que se te acerca
tooooodo el mundo. Y cuando digo todo, es TO-DO. Así que tuve que pensar en una
estrategia para mantenerme a salvo de los constantes cómicos sin título y con
alcoholes de por medio, que abundan por la noche. Bajo el pretexto de “espero a
mi novio”, tuve tregua con algunos, pero hubo uno que insistía y que casi me
pilla, de no haber sido por el sapo nueve. Me vio intentando concluir la
conversación con el otro sapo, y ante mis ojos que gritaban SOS se acercó de
una manera acertada como si me hubiera leído la mente o lo hubiéramos planeado.
-¿Dónde estabas? Te he estado buscando
desde hace veinte minutos.- ésta fue la primera intervención del sapo que ya
estaba para mi, transformándose en un príncipe, y dicha metamorfosis concluyó cuando me abrazó y mi cuerpo hizo
“clic”. Es un momento en el que nuestro cuerpo manda por encima de la razón.
Con esto el otro sapo cantó retirada y me quedé con mi príncipe que me dijo que
llevaba buen rato viéndome pero no se atrevía a acercarse porque veía que todo
el que se acercaba salía despachado en negativa. Le agradecí que me hubiera
“rescatado” e intentó presentarme a sus
amigos. Yo preferí conocerlo a él. Estuvimos muchas cañas de charla, hablamos
de la música que nos gustaba, lo que hacíamos, bueno, hasta qué signo zodiacal
éramos. Como era de esperarse cerramos el garito. Yo me sentía animada para ir
a bailar a otro sitio que es mi favorito, y pensaba irme con o sin él. El
príncipe tuvo que elegir entre irse con sus amigos o quedarse conmigo para el
siguiente sitio. Se quedó conmigo. Y fuimos a bailar lo que restaba de la
madrugada. Cerrado también ese garito, se acercó y me besó. ¡Era un príncipe!
Tenía que serlo. Todo era tal y como el cuento narraba: un lozano y buen mozo
(tenía veintimuchos y no era guapo, no, era ¡guapísimo!) vendrá en su corcel
(coche deportivo negro) esto lo supe porque me pidió que lo acompañara a poner
el ticket del parking; y romperá el hechizo de la princesa (todo parecía que
esa sería mi gran noche, como diría Raphael, antes de anunciar lotería).
Todo pintaba de cuento. Hasta que el
príncipe dijo algo que deshizo el cuento, el hechizo y el sueño en el que yo
estaba montada. -¿Te gustan las tías?- A ver,
no soy una tía que se sorprenda y menos con tanta tecnología, uno
aprende y lee cada cosa en internet,
pero no entendía cuál era el plan, pero claro, el príncipe lo explicó
mientras tenía su metamorfosis en sapo, rana, ranota, ¡renacuajo de agua
sucia!. El príncipe en cuestión tenía novia y estaba buscando una tía para
hacer un trío.
Casi todos mis cuentos terminan diciendo
que fueron felices y comieron perdices, pero este quería un feliz momento y
además que sólo yo comiera a saber qué animal.
Busco príncipe, para reino de mucho
tiempo. No una hoja suelta sino el cuento entero. Y pensar que mandaron a la
hoguera al que dijo “Y sin embargo se mueve”, ahí deberían ir todos los sapos
número nueve. Estoy intentando desarrollar mi vida virtual, así al menos, me
evito el momento de descalificar sapos,
con sólo oprimir una tecla: delete!
¡Siguienteeeeee!
Merlina
Brujas
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