miércoles, 23 de octubre de 2013

Sapo Sesto (no sexto, porque “Vivir así es morir de amor”) .

“La culpa es del alcohol” eso siempre decían mis compis de piso cuando a la mañana siguiente, coincidíamos en el rellano de la escalera mientras yo salía rumbo a la escuela y ellos volvían a casa son historias de “trofeos”  de ligue.
Yo entonces, quería ser más deportista. Claro, tanto alcohol, seguro que no traería nada bueno.
Una noche, decidimos salir a celebrar el cumpleaños de mi compi,  y me encontré con un chico con el que siempre me habían intentado “celestinamente” liar. Todos estábamos muy contentos. Por supuesto, la felicidad aumentaba al ritmo de la “Tómbola” de luz y de color y se extasiaba con el “tú eres como el sol de la mañana que entra por mi ventana, que entra por mi ventana”. Ya saben, no faltó el “yo para ser feliz quiero un camión” y el “tú que eres tan guapa y tan lista, tú que te mereces un príncipe un dentista”. La verdad es que “operación Celestina” empezó a tener efecto en mi. El chiquito en cuestión, a mi siempre me había parecido muy mono, pero no habíamos realmente tenido la oportunidad de hablar más allá del “hola, qué tal, cómo te va”.Además él era justo lo que yo estaba buscando: muy deportista, muy matinal.
Esa noche empezamos a charlar aunque fuera casi a gritos, y resultó ser que a los dos nos encantaban las películas de terror y casualmente los dos nos reíamos a carcajada desternillante si la película era malísima (cosa que muy poca gente comparte y entiende). Comenzamos a nombrar los títulos de nuestras pelis favoritas y a recomendarnos las que más miedo nos había provocado. Aquí, nos prometimos una sesión de cine casero ¡Uh! Estaba llegando a primera base ¿eh? De pronto, empieza a escucharse aquello de “siempre me voy a enamorar de quien de mi no se enamora” ¡Uy! Esta canción se canta y ¡se baila! Se sufre y ¡se goza!
Lo tomé de la mano para incitarlo a bailar y la verdad es que bailaba muy bien. Nos estábamos divirtiendo mucho, Al menos yo estaba pasándolo de maravilla. Incluso dije para mis adentros (es decir, en mi partido de béisbol interno): esto pinta segunda base ¡Vamos bien! Para cuando llegó el estribillo de la canción con el “ya no puedo más” ¡pues sí! ¡Sí!  llegó también el beso.  ¡Uy! Esta noche, seguro home run, nunca mejor traducido y jugado. Es tan bonito el momento en el que besas a alguien que te gusta y notas que esa persona tiene la misma sorpresa que tú. El mismo arrobo, Besar debería ser deporte mundial.
Como era de esperarse, cerramos el garito. A la salida yo esperaba lo ya sabido, ya había ganado el partido. Seguro que venía el premio. Y esperando el premio, ¡me quedé!
Vino la famosa “base por bola”. Me miró fijamente a los ojos, y me dijo “me voy a casa”. Yo creía haber entendido mal, así que dije un “¿cómo?” de duda, no de averiguar en qué medio de transporte se iba. Sí. Sí. La respuesta fue “en taxi”. Así que aproveché la “graciosa” confusión para ya obtener el ponchado o el home run: “¡Ah!, ¿nos vamos?” – Aquí viene le redoble de circo por favor, el sapo en cuestión afirma: “No. Me voy solo” Sí: ¡ponchada!. “Eres una tía muy guapa, pero el alcohol, bla, bla, bl,a bla….” Aquí dejé de escucharlo, sólo veía que movía los labios mientras sentía una rabia que se arremolinaba en mi interior, y la furia se transformó en mi conciencia tarareando “siempre se repite la misma histoooooria”. Cuando mi conciencia terminó su casting de “la voz”, yo volví a la tierra, giré como un couch profesional y viendo que el sapo dipsómano me miraba esperando una respuesta dije: ¡Sayonara!  Sin darle tiempo ni a los besos del protocolo de despedida, después de todo ya me había besado mucho toda la noche.
Intenté alcanzar a mis amigos que seguramente irían a desayunar. Demasiado tarde, ya se habían ido y yo sin batería en el móvil.  Terminé en una plaza viendo cómo limpiaban y barrían, mientras el sol salía totalmente. Caminé hasta casa y al llegar creí escuchar el típico “safe” del béisbol. Definitivamente los deportes no son lo mío. ¡Un ron con coca cola por favor!
¡Siguiente!
                                                     Merlina Brujas 

 Banda Sonora de este sapo: “Vivir así” Camilo Sesto, “Tómbola” Marisol, “la lista de la compra” La cabra mecánica, “quiero un camión” Loquillo y los trogloditas y “tengo el corazón contento” de Palito Ortega.

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