Lo
conocí en una verbena de la
ciudad. El ambiente era muy divertido, nuestras miradas se
cruzaron y el flechazo se produjo porque mantuvimos una “conversación” visual
por muchas horas esperando a ver quién daba el primer paso. Mi grupo de amigos
quería moverse y recorrer otras verbenas, así que justo cuando ya me iba, con
la mirada me concentré en un “si tú me dices ven”. Y ocurrió. Era aún más guapo
de cerca, intercambiamos teléfonos y pude confirmar que era a mi a la que
miraba y no a mi amigo Carlitos, como este se la había pasado asegurando toda
la noche.
Intentamos
coincidir en otra verbena, pero con la cantidad de gente y quedándonos sin
batería no pudo ser. Comenzamos el ligue “tecnológico”, WhatsApps, emoticonos
de risitas, ya saben: lo que se lleva ahora.
El
sapo en cuestión resultó ser cabecilla de manifestaciones y tenía una agenda
llena por sus infinitas intervenciones públicas. Yo, desde un principio me
declaré “neutra”, con la finalidad de evitar ciertos temas, que a mi me parece
son “delicados” para hablarlos a la ligera y sin conocimiento de causa más que
de la masa.
En
fin, quedamos un día para tomar una caña. En la charla, yo por un momento creí
que estaba en un debate televisado, pero me argumentaba cosas en las que yo no
creo, y obvio, las debatí. Confesaré que hubo un momento en el que creí que me
borraría de su agenda o me remarcaría como “peligrosa”. Al finalizar la “cita”,
dimos un paseo y seguimos charlando menos acalorados. Quizá entonces fue cuando se dio cuenta de
que no soy tan “peligrosa” sino analítica. Antes de irme me despedí con un
gesto como de apache, a lo que él respondió tomándome de la mano y tirando
suavemente hacia él, quedando tan poca distancia entre los dos, que no hubo política,
bando o bandera que no anunciara lo que venía: ¡chan chán! El beso de cuento.
Ese que te hace sentir que está saliendo el sol cuando aún es de noche. Pues
ese beso recibí yo. Al despedirnos y prometernos una siguiente cita yo quedé
embelesada. Había sido un beso perfecto: suave pero fuerte. Tierno pero sexy.
Lento pero rápido. ¡Claro que me quedé con ganas de más! (Besos).
Por
la saturada agenda del sapo en cuestión, yo quedaba condicionada a la espera. Y un día la
espera tuvo su recompensa. ¡Había sido citada! Me sentía tan animada que quise
arreglarme: busqué mi par de zapatos que no había estrenado y que me
estilizaban más las piernas; Me alisé el pelo, me maquillé haciendo que mis
ojos resaltaran más, me pinté las uñas y creo que lucía divina. Al menos, más
de uno giraba en la calle y dos se
atrevieron a gritarme un “guapa” que me levantó más el ego, por supuesto. Conforme me acercaba a nuestro punto de
encuentro, las piernas me empezaba a temblar, sentía el mariposeo colegial.
Entre la multitud, vislumbré que en nuestro sitio de encuentro había una
retahíla de gente que parecía una duna humana.
En ese mismo instante muchas
sirenas y lecheras entraron en el panorama. Para ese momento yo ya estaba en el
centro de la noticia. No
sé cómo pasó, pero él me encontró a mi. Me saludó con un “Qué bueno que hayas
venido” que me derritió, y que luego me recompuso como en un orden equivocado
cuando me dio una pancarta mientras
gritaba y dirigía, ¡sí, amig@s! la manifestación. Confesaré que mi
preocupación estribaba en que si llegado el punto había que correr, yo tendría
que perder los zapatos, porque, a ver, correr con ellos, puedo pero, no
maratones. En ese momento entendí que él no era “un buen partido” LITERAL,
¿eh?. Yo no soy una erudita pero reconozco cuando alguien me invita a salir de
cuando alguien me requiere como figurante, extra o bulto. Es una pena, porque
el beso rompehechizos parecía funcionar, pero en mi cuento de hadas, hay
monarquía y busco a mi príncipe o a mi rey. Y lo que este sapo quería era un
cuento donde los príncipes gritan “hasta la victoria siempre” sin saber
siquiera quién lo dijo.
Y Disney no fue.
¡Siguiente!
Merlina
Brujas
1 comentario:
Señoras: se impone hacer una guía de primeras citas para sapos y otros demonios. ¿Tan difícil es eso del cine y el paseo por el parque? Flipo y mucho. Mira que en las manifestaciones suelen repartirse palos pero no había pensado que de este tipo...
¡Siguiente!
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